domingo, 9 de diciembre de 2007

Obsesiones

De esas hay muchas que rondan en la periferia de la cabeza. Imágenes dulces que mueven pensamientos formando ríos que deleitan el cuerpo y se derraman despacio fluyendo entre las ramas del placer. Sí. Hay muchas de esas. Hechas de pedazos de cuerpos o cuerpos enteros arrancados de la memoria, bailando de nuevo ante mis ojos. Luces y olores apaciguando el hambre de hembra mientras la noche se niega a brindar su sosiego al cuerpo convulso y dolorido. Siempre hay tiempo para más, para un nuevo deleite que anteceda al siguiente capricho de la mente torturada y sujeta a un deseo informe que pide un tributo disparatado de placer y más placer. No acaba, nada agota el ansia ni colma el vacío. Ahí esta de nuevo oculta en esa pequeña tira de tela negra sobre la piel iluminada y perfumada, en esa prenda desordenada que invita a desnudar un cuerpo ya desnudo y buscar a mordiscos un secreto que no esta en ninguna parte y que olvidó sus huellas bajo la piel. Acaba la noche y nada ha sido conquistado que no sea un cansancio irritado. Los cuerpos vuelven hechos pedazos a su oscura morada en la memoria esperando volver con su vacía promesa renovada. Nada queda, ni aun el placer que fugaz se muda en el recuerdo del placer que es lo mismo que nada o algo así como la humedad de la lluvia al otro lado de la ventana.

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