domingo, 28 de diciembre de 2008

Ruiseñor alimentandose en el pico de un cuervo.

Eso es. Asimismo. Un sueño claro. Sobre mi cama a media tarde descubro bajo mis mantas a dos aves, una pequeña azul parda y otra grande de plumaje azabache. Un ruiseñor y un cuervo, el pequeño come del pico del grande y yo observo incólume la extraña escena hasta que despierto. Qué sueños estos los que me visitan con su bizarro simbolismo. Un enigma tal vez sin respuesta que constata que la conciencia es siempre la prostituta de la memoria, su fiel esclava. En la memoria queda todo, las reglas, leyes y paredes del laberinto por el que debe la conciencia abrirse paso a ritmo de rata. Busquemos ese aroma que nos guia y que sólo desprende la felicidad. Démonos prisa que el tiempo pasa y la vida se malogra y agosta. Vayan ustedes delante, vayan, que yo me quedo aquí un rato más a ver qué pasa o qué queda.
Ya lo he dicho me gusta el silencio.