jueves, 20 de diciembre de 2007

Pétalos de rosa sintética.

¿Qué debemos perseguir en la vida? Uno crece y, dejando de lado las cotidianas menudencias que siempre nos atosigan con su insistencia insolente, nunca sabe a donde dirigir con fuerza el rumbo de la vida. - Algo habrá ¿no? – nos decimos. La verdad, la felicidad, la serenidad y todas esas “dad”. Absolutos, abstracciones, totalidades y otras patrias del pensamiento. Buscamos pureza o más bien el secreto de la pureza para poder separar lo superfluo y lo contingente de lo necesario y lo eterno. Pero la vida nos lleva por caminos que nada saben de nosotros, las circunstancias son mudos agentes sin intenciones que nos cercan y nos encierra en mentideros. Bajamos a los valles y nos vence la niebla, subimos montañas y nos marean las alturas. Diseñados para todo y realmente inútiles para cualquier cosa. Todo nos llega a los sentidos viciado y manipulado, de segunda o tercera mano. Ideas preconcebidas, sentimientos prefabricados, conductas regladas y sujetas a la buena educación o a la mala educación. La libertad muy lejos al final de la carrera y poco tiempo para tanto recorrido. Mi único gran logro es haber visto en todo este engaño una flor, una flor de plástico sí pero digna de ser bella. Es duro a veces deshojar esa rosa sintética pétalo a pétalo para ver si al final hay amor en alguna parte o la cabrona pureza que me tiene amargado ya con todo este juego al escondite.

martes, 18 de diciembre de 2007

Onírico onanismo o como vencerse a uno mismo.

Hoy hablo de sueños, sueños que he tenido, sueños agradables, a su manera. El primero hace unos días, desperté por la tarde de una de esas siestas prolongadas que tanto me gustan. Me desperté invadido por una tenue esperanza y un leve optimismo. Me pareció extraño con todas las cosas que estaban a medio acabar rondando en la frontera de mis circunstancias. Es bueno desconfiar de los optimismos porque a veces nos conducen a lugares de los que después queremos salir a toda costa y puede que cuando lo descubramos ya sea demasiado tarde y el reparto de daño propio y ajeno este asegurado. Me quedé en la cama y di vueltas y vueltas a esa sensación extranjera en mí para ver qué diablos estaba pasando y entonces recordé parte del sueño. Alguien me había hecho daño y había llorado largamente en sueños. Vaya fiasco. Mi optimismo y mi esperanza eran sólo el resultado de un desahogo, de un mecanismo automático del inconsciente para reequilibrar lo que la ansiedad del día había desajustado. El segundo fue ahora mismo, después de una de esas largas siestas que me gustan tanto (¿lo había dicho ya?). Un sueño erótico y perverso en el que no hago nada que no sea mirar. Sin entrar en detalles: un cuerpo bello y femenino de alguien anónimo pero que por algún motivo siento cercano a mí. Mi cerebro la ha diseñado a ella bien, vaya que si, cada gesto que realiza me hace dejar de respirar con esa tensión tan agradable que todos conocemos. Me sonríe en todo momento, su rostro aunque desconocido para mi es como un hogar y no siento vergüenza ni apuro aunque la mire sin descanso. Me despierto por algún maldito ruido de uno de mis mil veces malditos vecinos y solo he tenido tiempo de intuir un pecho bajo un pijama transparente que se desabrochaba sin pausa. He tardado un poco en levantarme disfrutando con los ojos cerrados esa sonrisa que me invitaba a tantas cosas. Ahora tengo la secreta esperanza de que al llegar la noche pueda reencontrarme con ella y poder preguntarle como se llama e interesarme por su vida y esas cosas en las que uno piensa en situaciones así.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Entre hojas de morera duermen blancas y viscosas las futuras mariposas




A veces es difícil imaginarse el futuro. Aunque estemos acostumbrados al juego de proyectarnos en el futuro para satisfacer parcialmente nuestra necesidad de cambio hay momentos en los que no podemos evitar sentir miedo ante lo que nos espera. El resultado del cambio permanece opaco a nuestra visión y no podemos dejar de sentir un poco de ansiedad. Un nuevo trabajo, una mudanza, un viaje, una ruptura... Cuando las cosas se desmoronan a mi alrededor intento pensar que es producto de un cambio que esta por acontecer. Siempre recuerdo en esos momentos un refrán chino no sé si de Lao Tze o de Confucio pero seguro que es una frase de uno de estos tipos sabios de ojos rasgados que de vez en cuando sueltan esas frases tan estupendas y que nos dan ganas de apuntarnos a Tai Chi, el refrán dice algo así: "El mundo de la mariposa ni siquiera es soñado por la oruga". Estas últimas semanas ando oruganeando y tal vez con todas estas palabras que voy depositando aquí vaya tejiendo mi crisálida de rencor y resentimiento.




Hace tiempo dije:




.....A pesar de todo sigue sonando la música lenta de los días mansos, después de que la noche en su vientre frío de sábanas vacías susurre nombres extraños a mi oído distraído. El cuerpo sin protesta responde tibio y obediente arrastrándose hasta las calles preñadas de sol, prisa y tubos de escape. Rostros tensados como arcos hacia las futuras sonrisas dejan en mi cuerpo la cicatriz de su silencio y de su abandono quitándome el aire y el lugar. Qué puedo hacer si sólo quiero llegar al siguiente café sin recordar que te recuerdo, sin sentir que siento tu abandono. Cómo hacer que el día de tu partida deje de ser ayer, hoy y la próxima semana. Cómo hacer para poner bozal a tu ausencia. Cómo hacer aunque el cuerpo responda tibio y obediente al compás de la música lenta de los días mansos para cerrar de una vez la maleta y huir de esta vida sin ti...

martes, 11 de diciembre de 2007

Bolsa de boliches

Vuelvo de tomar una cerveza. Los lunes son peligrosos. Sales a tomar una cerveza y no ves tu casa hasta el miércoles después de bajar de un avión. Por suerte hoy no ha sido uno de esos lunes. Pero la cerveza me ha llevado a estar en medio de un grupo de gente de la cual solo conocía a dos personas. Italianos, laguneros, palmeros una suiza y una irlandesa. Nadie sabia qué hacia ahí, cada uno tenia su propia historia para explicar como había llegado a ese punto pero la historia no estaba acompañada de ninguna razón que tuviera algo que ver con la voluntad. Los lunes son a veces el laboratorio del azar. Durante una hora o dos se produjo esa magia que siempre esta acompañada de su dosis de alcohol, un atisbo de la eternidad. El tiempo desaparece y con el todos los lugares en los que anidan nuestras preocupaciones. Uno es feliz en ese momento, nada más fácil se presenta que la risa y la secreta repulsa a la barbarie que inexplicablemente acompaña al mundo. El momento nos rodea como una burbuja y dentro de ella nos tocamos irresponsablemente los unos a los otros soñando con todas las historias que van a nacer en ese momento. La realidad se abre como el regazo de una madre y nos sentimos acogidos como hijos que vuelven del frió o de la soledad. En ese atisbo de eternidad nos tocamos los unos a los otros como boliches dentro de una bolsa.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Transito cultural

Antes de acostarme y antes de que lo olvide. hace unos días me recomendaron una canción de unos cantautores brasileños. Ana Carolina & Seu Jorge. La canción se titulaba "É Isso Aí". Canción hermosa y que hizo que escribiera una de las entradas de esta bitácora, la del llanto. Buscando la letra de la canción me di cuenta que en el estribillo no decía nada de llorar sino que usaba el verbo portugués para "mirar". Un fiasco pero que no quitaba nada a lo que había escrito movido por mi error o por mi ignorancia del idioma portugués. El segundo fiasco fue descubrir que la canción no era de los susodichos portugueses sino una versión sui generis de un tema de otro cantautor. Fiasco que se transformó en hallazgo como quiero que atestigüe el vídeo que acompaña a esta entrada. Un buen ejemplo del transito cultural. Buenas noches


Damien Rice - The Blower's Daughter

Sórdida esperanza

Hoy ha sido uno de esos días cortos. Toda la mañana durmiendo y simplemente levantarse para ir a trabajar. Cumplir con la papeleta y volver a casa. Un día vacío. La rutina siempre me recuerda a un libro de Boris Vian, el de "la espuma de los días" . Hoy no ha habido demasiada espuma que digamos. La enfermedad va remitiendo y su vacío va siendo ocupado por una sórdida esperanza que acompaña siempre a las fechas próximas al fin de año. La esperanza del cambio o más bien la esperanza de que el cambio es posible. Cada año nos visita y cada año nos defrauda. Los desertores como yo, sólo encuentran aliados en la desidia y en la melancolía. Ciertamente si no fuera por el deseo, que nunca se marchita, habría alcanzado el paraíso de los estoicos: una dulce y sana ataraxia. Pero quién puede tener eso en este mundo que vivimos. De todas maneras hoy hubo un momento en el que pude sonreír y fue por una ocurrencia propia en la que me veía flotando hacia mi felicidad con un libro de Jorge Bucay alzado en la mano. Es bueno que aun quede espacio para el humor aunque sea un humor amargo.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Reflexiones entorno a la belleza.

Hay rostros capaces de hacer bellos ciertos gestos, gestos que hacen hermosas a algunas personas. Me gusta el gesto de la insolencia. El de la insolencia desconfiada. El gesto que se retira retando y haciendo que entres lentamente en el terreno del insolente o de la insolente. Un gesto seductor que me seduce. Lamento no ser pintor para poder deleitarme más con los infinitos matices de los gestos. (Soy un mirón lo reconozco. Silencioso observador desde las sombras) Es difícil en nuestra vida cotidiana urdir hipótesis acerca de lo que nos atrae hurgando en la antropología o removiendo trastos obsoletos y polvorientos de la metafísica. Si seguimos la estela de unos ojos soñadores debe ser que queremos soñar lo que esos ojos sueñan. O incluso robarlos con nuestro amor para ser nosotros mismos el sueño. El amor... siempre tan destructor. Frecuentemente y por algún motivo cuando pienso en la belleza acabo hablando del deseo y de ahí al amor hay un parpadeo. Tal vez porque visto desde una estética que ahora mismo invento, la belleza es la parte mas activa del objeto contemplado y no un juicio del sujeto, de esta manera el único juicio posible es el deseo de poseer lo contemplado o que no haya deseo alguno. Y si esto último no fuera cierto sólo nos queda la vileza del concenso. Creo que hace falta un sustrato, las condiciones necesarias para que pueda nacer un deseo y de ahí cualquier movimiento, incluso el del amor. Por eso hay gestos que me gustan, melodías que despiertan la melancolía y ausencias que llenan de tristeza su vacío. La belleza es ineludible e intangible y solo nos queda a los que hemos abandonado y desertado mirar y seguir mirando.

Corazón de piedra


Nunca el corazón es de metal ni duro en extremo. Siempre se hallan grietas por las que entra todo el dolor del mundo. Incluso el corazón de piedra esta sembrado de ojos de aguja por los que se cuelan camellos con todo el dolor del mundo. Es así porque tiene que ser así. Como llamarle corazón si no fuera la puerta de la fuerza que mueve nuestra sangre con un ritmo ancestral inexcusable. Por eso no hay corazón inexpugnable ni soledad que nos salve. Ese secreto nos habla desde la sangre y es tierra fértil en la que crece nuestra angustia.

Siempre hay sitio para el llanto

También esta el llanto, con o sin lagrimas, el dolor que siempre espera en cada rincón de la felicidad. El llanto que se oye en el silencio de cada noche. Hacemos caso omiso y apartamos la conciencia hacia otro lado e irremediablemente nos conquista al final de todos los viajes. El llanto nunca se detiene ni halla consuelo aunque creamos que cada tregua debiera durar hasta el final de nuestro último día. Y así vamos por la vida llorando sin saberlo exhibiendo nuestra ignorante felicidad en un andamio de sonrisas y alegres palabras. Frágiles, renqueando destrozos del pasado mientras ocultamos con desespero las cicatrices que son nuestro verdadero rostro, nuestra verdadera historia.

Obsesiones

De esas hay muchas que rondan en la periferia de la cabeza. Imágenes dulces que mueven pensamientos formando ríos que deleitan el cuerpo y se derraman despacio fluyendo entre las ramas del placer. Sí. Hay muchas de esas. Hechas de pedazos de cuerpos o cuerpos enteros arrancados de la memoria, bailando de nuevo ante mis ojos. Luces y olores apaciguando el hambre de hembra mientras la noche se niega a brindar su sosiego al cuerpo convulso y dolorido. Siempre hay tiempo para más, para un nuevo deleite que anteceda al siguiente capricho de la mente torturada y sujeta a un deseo informe que pide un tributo disparatado de placer y más placer. No acaba, nada agota el ansia ni colma el vacío. Ahí esta de nuevo oculta en esa pequeña tira de tela negra sobre la piel iluminada y perfumada, en esa prenda desordenada que invita a desnudar un cuerpo ya desnudo y buscar a mordiscos un secreto que no esta en ninguna parte y que olvidó sus huellas bajo la piel. Acaba la noche y nada ha sido conquistado que no sea un cansancio irritado. Los cuerpos vuelven hechos pedazos a su oscura morada en la memoria esperando volver con su vacía promesa renovada. Nada queda, ni aun el placer que fugaz se muda en el recuerdo del placer que es lo mismo que nada o algo así como la humedad de la lluvia al otro lado de la ventana.

sábado, 8 de diciembre de 2007

La enfermedad puede ser un comienzo.


Lo del comienzo en la enfermedad no lo digo por algún motivo oculto o filosófico. Simplemente empiezo a escribir aquí estando enfermo, encerrado en casa. Cuando se esta enfermo uno se convierte en un espectador pasivo de la falibilidad del cuerpo, de su delicada estructura. El deseo cambia y se vuelve mas sórdido y egoísta. Supongo que es una extraña manera de buscar culpables por toda esta serie de incomodidades e inconvenientes que acarrea la enfermedad. Pero me olvido de decir qué hago aquí... Ni idea, no lo sé. Tal vez recordar lo que era escribir, abrir la canaleta que conduce el pensamiento desde el encierro permanente del Yo hasta la mano y desde ahí a cualquier parte. Ejercer la morbosa impudicia del escritor.