miércoles, 1 de julio de 2009

Doble Naturaleza

O tal vez la múltiple naturaleza que puebla de personalidades nuestro interior. Heterónimos diría Pessoa, lucha de apetitos quizá apuntaría Federico el Nietzsche. Pero prefiero referirme al asunto, desde una perspectiva existencialista con una pizca de ética para la felicidad, como la Doble Naturaleza.

Porque estoy pensando en las cosas que nos acercan al buen rumbo y en las que nos alejan de él.

El individuo como tal sólo existe en la abstracción un tanto estadística que hace la sociología y la psicología en aras de mesurar y cuantificar. Pero todos deberíamos saber que las valoraciones estadísticas cambian al capricho de los patrones usados a la hora de interpretar cualquier conjunto de datos. Habría que tener siempre esto en mente a la hora de leer palabras como neurosis o fundamentalismo.

Existir no es un ser Algo, un yo poseedor de atributos o un Ser para algo, un yo poseedor de reglas morales y una finalidad a la que apunta esa moral, al menos no de manera absoluta. Somos lo que nos acontece. Ese es el carácter indisoluble de las circunstancias que Ortega acuñó en su famosa frase. Somos el acontecer y sólo en los momentos de reflexión hace acto de presencia el yo y mediante la memoria ese manojo de medias verdades que llamamos biografía.

No quiero decir que todo esto de la conciencia de si sea una gran broma sino que posibilita un punto de referencia, un instrumento que engendra la libertad al permitir la decisión, pero que no agota nuestra naturaleza.

Pensar, reflexionar son acciones de ese yo cosificado y detenido en el tejido espacio temporal pero vivir es perderse en la corriente de los deseos, navegar conscientes de que nos conduce un secreto capricho.

Por eso estoy aquí cartografiando esa maraña de apetitos. No para dibujar una hoja de ruta sino más bien para perderme en mi mismo disfrutando del paisaje.

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