lunes, 17 de enero de 2011

Irreversible

Las lágrimas nunca retornan una vez derramadas. Se pierden despacio en la piel y sólo el tiempo borra la ofensa o la tristeza. Lo hecho no se deshace. Permanece como una cicatriz en la memoria o en el gesto, en la sonrisa o en obstinados secretos. No puedo pretender no haber besado aquellos labios, a veces con oscura pasión y otras con ciega ternura. Lo entregado en el amor no regresa, no vuelve para decirnos que fue lo correcto o lo inútil. Todo ocurrirá una y otra vez de igual manera repitiéndose en el eco de la eternidad y nuestras huellas no se borrarán como los pasos sobre la arena de la playa. Las promesas incumplidas, los pactos abandonados, las palabras que no pronunciamos nos persiguen y el vacío de su estela son nuestra frontera, el camino que queda atrás y por el que no podemos regresar. Donde estuvimos, donde amamos, donde dejamos de hacerlo quedará en la memoria, inexpugnable e inconquistable. No hay regreso ni segunda oportunidad. Tan sólo tenemos esta existencia fluyendo por el abismo del tiempo siempre hacia adelante e irreversible.

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