La esperanza, malograda se derrite bajando por mis pies hundidos en el polvo. Se rinde contra toda lógica sumergida en un monólogo de silencio. Pero no todo fue así. Hubo un brillo o una brisa después del atardecer que me sorprendió con los ojos cerrados dibujando tu silueta entre mis brazos. No sé cuanto tiempo estuve así, quizá un segundo o tal vez sólo ese pequeño instante que acompaña a tu olor cuando cierra todas las puertas y me sumerge en una cálida estancia a la que no llegan las palabras. Hubo tiempo para navegar tu cuerpo y dibujar sobre el deseo sus rutas secretas y un firmamento. Hubo tiempo apenas para soñar una vida. Pero llegó ese brillo o esa brisa llevándose tu perfume y abriéndome los ojos. Todo volvió a su sitio detras de la muralla aterradora de la rutina, de los pactos invisibles y de los viejos pactos. Tras la esperanza caída sólo quedó este muladar de palabras que intentan arañar sin suerte la imagen de un beso.
1 comentario:
Precioso.
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