viernes, 18 de abril de 2008

Sueños de Esclavo.

¿A dónde me llevan todos estos sueños de esclavo? ¿Qué quedará al otro lado de la desesperación a unos pasos más allá de la derrota? Hubo un tiempo, hubo un momento, hubo tantas y tantas cosas… Un lento movimiento del pensamiento hacia las cosas lejanas que era casi amor. Una caricia que nacía en el ojo y serpenteaba poderosa hasta llegar a las prerrogativas del deseo. Algo ocurrió en algún punto que siempre se escapa y todo dejó de ser un engranaje para convertirse en una fractura insalvable. Encerrado sin remedio en este enigma irresoluto, irresoluble. No puede estar todo perdido. Aun quedas tú, que encierras en tu cuerpo un millón de llaves alimentando sin quererlo mi fútil sentido del honor, de la complicidad de cuneta. Estamos juntos… a nuestra manera, repartiendo las sobras de una belleza perdida a la que no damos nombre. Pasan los días y esta tristeza es casi una amarga alegría que se enreda en los huesos protegiéndonos de la soledad. Así vamos, juntos de la mano, cada uno con su dolor, tejiendo un manto de mentiras para ocultar una vergüenza y una derrota. Pero esta es mi vida, mi sentido, la luz que ilumina cuando la noche señorea. Con ella hago una trinchera desde la que veo pasar el viento y trenzo mi tiempo.

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