Detenido. Sin espuma. El silencio del verano. La rabia congelada y la paciencia agonizando en otra habitación. Las aves ya marcharon llevándose la brisa bajo sus alas. Las maletas vacías recuerdan con la voz del polvo que no hay lugar a donde ir y desde esta ninguna parte no hay huida posible. Intento olvidar el canto fractal de un reloj que anida en todas partes. Y es en tus ojos donde más duele su cruel simetría. Zona muerta. Estación terminal.
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